29-11-16 | Testimonios

Cuando mi hijo, Kevin –actualmente Director Ejecutivo de Fabretto- decidió viajar a Nicaragua en 1989, nunca pensé que su decisión cambiaría profundamente mi vida.
En 1991, decidí visitar Nicaragua y conocer el lugar del que tanto me hablaban, experimentar Fabretto desde el terreno y también para preguntarle a Kevin que cuándo regresaría a los Estados Unidos para “continuar su vida”. Nunca olvidaré el momento en el le hice esta pregunta a mi hijo, los niños de Fabretto me cantaban la canción de “Rataplá”. Para aquellos de ustedes que no la conocen, es una canción muy pegadiza de carácter religioso, mencionando a Don Bosco (el sacerdote italiano que fundó la orden salesiana de la cual el Padre Fabretto era miembro), además de otros Salesianos como Domingo Savio y el Virgen María. Los niños la cantaban mencionando a “Don Carlos” (¡ese era yo!), ese día no pude contener las lágrimas, fue un momento inolvidable.
Kevin me pidió que le ayudara a establecer legalmente la Fundación Fabretto en Estados Unidos. En 1993, un año después, registramos la organización. Los primeros años fueron duros, fue difícil desarrollar una organización viable en el terreno y además establecer una base de donantes y otras fuentes de ingresos en Estados Unidos. Nuestro primer empleado en los Estados Unidos fue Francis Rienzo, su trabajo fue fundamental en los primeros años en cuanto a la recaudación de fondos.
Ahora visito Nicaragua casi cada año, me emociona y me sorprende ver todo lo que Fabretto ha hecho desde entonces. Los nicaragüenses, la comunidad Fabretto, tanto el personal como los estudiantes, son muy hospitalarios, amables y agradecidos, a pesar de que la mayoría viven en pobreza.
No tengo ninguna duda de que estamos cambiando las vidas de aquellos a quienes servimos a través de la educación. Me quedo asombrado con el entusiasmo con el que nuestros niños llegan a la escuela primaria, la perseverancia de nuestros estudiantes de educación secundaria rural, y la dedicación de nuestros maestros y equipo.Estoy convencido de que con los programas de Fabretto estamos construyendo un futuro mejor para nustros niños y el de sus familias.
Hemos recorrido un largo camino, y esto sólo ha sido posible posible con el apoyo de miles de buenas personas que han conocido y han confiado en el trabajo de Fabretto.
APOYARÉ A FABRETTO HASTA EL DÍA QUE MUERA, porque estamos cambiando vidas para un futuro mejor.