13-9-18 | Alianzas Historias de Éxito
Darwing y Yerald están a cargo de las compras y proveedores; Cesia de la ornamentación del establecimiento y decoración del producto. Anielka y Josebeth son contadoras y Michael, junto a Darwing son los publicistas. Este es el staff del “Edén terrenal, botánico, nutricional”, el emprendimiento de la escuela Andrés Castro de Chinandega que consiste en la venta de plantas medicinales, ornamentales y frutales.
“Compramos las plantitas en viveros o nos las regalan y Cesia pinta la macetera o con botellas viejas le da forma de búho, para que se mira más linda la plantita”, comenta Anielka, mientras señala los diferentes tipos de decoraciones en el local de cuatro parales rodeado de flores, arbustos y arbolitos pequeños; ubicado a un costado del huerto escolar.
El trabajo en asocio entre la organización “Teach a man to fish” y el proyecto Nutriendo el Futuro de Cargill y CARE, ejecutado por Fundación Fabretto, han promovido los emprendimientos estudiantiles en diversas escuelas de Chinandega.
“A través de esta iniciativa se ha logrado fomentar en los niños y niñas de cuarto a sexto grado ingenio, creatividad, liderazgo, trabajo en equipo, motivación; que les ha permitido crear sus propias ideas, según los recursos disponibles en su propia comunidad”, afirma Karen Mendoza, Oficial de Emprendimiento Económico, del proyecto Nutriendo el Futuro en Nicaragua.
Todo esto se ha logrado a través de un proceso de formación y seguimiento desde hace más de un año, donde se han venido fortaleciendo las capacidades de gestión y desarrollo de emprendimientos entre la comunidad educativa. Por su parte, el profesor Manuel Ordóñez, director del centro Andrés Castro, explica que los jóvenes se sienten muy entusiasmados con esta iniciativa y los va perfilando para un futuro desarrollo académico – profesional.
“Tenemos un inventario entre 70 y 110 plantas “, dice Cesia con propiedad, mientras que Anielka la interrumpe y afirma que mensualmente se ganan aproximadamente quinientos córdobas (C$ 500). “Parte de este dinero ha sido utilizado para comprar pintura de un aula y, con el resto, la hemos invertido para comprar más plantitas en los viveros”, concluye Anielka.
El grupo de niños y niñas emprendedores de la escuela Andrés Castro está conformado por 25 estudiantes. “Todos trabajamos en equipo, desde conseguir la planta o arbolito, hasta venderlo, además así cuidamos nuestro medio ambiente”, dice el joven Yerald se sexto grado B.