En la comunidad de La Cruz, Estelí, vive una niña de 12 años de ojos penetrantes y una hermosa sonrisa tímida, una sonrisa que oculta casi por completo el dolor en sus ojos. Su nombre es Delmin y esta es su historia.

Delmin nació en Honduras, pero hace 3 años se mudó a Estelí junto con su madre Masiel, quien es nicaragüense, y sus tres hermanos menores, José Ariel, Antony y David. Al principio, la madre soltera no tenía trabajo y la familia estuvo sin hogar durante algún tiempo. Sin embargo, con el apoyo de un miembro de la comunidad, pudieron mudarse a una casa sencilla en las cercanías de la escuela de Fabretto en La Cruz, donde Delmin comenzó a asistir a la escuela.

A sus 9 años, Delmin había recibido poca educación en Honduras y tuvo dificultades para adaptarse al nuevo plan de estudios en Nicaragua. Le costaba mucho la escuela, y por eso se sentía insegura y se apartaba de los otros niños, lo cual le dificultaba hacer amigos. Sin embargo, con el apoyo incondicional de su maestra de enriquecimiento, rápidamente se puso al día y comenzó a sentirse más segura y alegre. A Delmin también se le asignó una madrina recientemente, algo que la ha motivado mucho durante este año difícil.

Tres años más tarde, Delmin ha desarrollado más amistades, ha llegado a amar las matemáticas y continúa floreciendo al participar en el Litclub de su escuela. El club le ha enseñado a leer por placer y también le ha enseñado el poder de servir a los demás, leyéndoles en voz alta. Delmin y sus amigos leen con frecuencia a los niños más pequeños de su escuela como una forma de promover el liderazgo y el servicio. “La mayoría de las veces, prestan atención, pero cuando no lo hacen, les digo que es importante que se concentren para que aprendan”, comparte Delmin con una dulce sonrisa. La niña también disfruta sacar libros de la biblioteca de la escuela y leerle a sus hermanos y a su madre en casa.

En la comunidad de La Cruz, los niños como Delmin dependen en gran medida de la comida diaria que se sirve en la escuela Fabretto. El 2020 aumentó el riesgo de desnutrición para estos niños, pero con el apoyo de personas como tú, pudimos entregar paquetes de alimentos para continuar satisfaciendo esta gran necesidad. “Este año, recibimos paquetes de alimentos cuando el COVID-19 estaba golpeando con más fuerza en Nicaragua. Esto fue de gran ayuda porque mi trabajo como empleada doméstica se volvió más limitado a medida que la gente cerraba las puertas de sus hogares como medida de seguridad”, dice Masiel.

La pandemia mundial y dos grandes huracanes han creado condiciones que podrían seguir afectando en gran medida a Delmin, sus hermanos y muchos más niños. Ahora, más que nunca, necesitamos su apoyo para seguir brindándoles alegría a través de la educación y la nutrición.