13-4-18  |  Testimonios Voluntariado

Finn Hermeling: Un voluntario destacado

POR: Finn Hermeling

Mi voluntariado con Fabretto fue hace más de medio año, pero tengo la sensación de haber regresado a Alemania hace mucho más tiempo. Todos los días echo de menos a Nicaragua y a su gente encantadora.

Todavía recuerdo mis primeros días en Nicaragua, mudarme a un nuevo país, a una nueva cultura y comenzar a vivir una nueva vida. Mi español era básico al principio, así que comunicarme, en general, solía ser estresante. La mayoría de los nicaragüenses no saben hablar inglés, mucho menos alemán, mi lengua materna. Afortunadamente, la mayoría del personal de Fabretto en Managua hablaban inglés y español, lo cual me ayudó muchísimo. Solo me tomó unos cuantos días adaptarme y sentirme cómodo en mi nuevo entorno, del cual me encariñé y al cual llamé hogar durante un año.

Al principio, me sentí abrumado por la aceptación que recibí en el trabajo y la responsabilidad que me asignaron. La mayor parte de mi tiempo trabajé en el Centro Educativo de Fabretto en el barrio Acahualinca de Managua. Allí, apoyé como maestro en clases de computación para adolescentes. La relación con mis compañeros y estudiantes fue maravillosa. Todavía más increible, fue experimentar el cariño y la amistad de los niños que ni siquiera recibían mis clases. Siempre me recuerdo rodeado de unos 30 niños, y lo que disfrutaba de su compañía.

Estoy muy agradecido por el respeto que los adolescentes tenían hacia mí, fue increíble, aunque a veces tenía que ser estricto, ellos siempre me mostraron su apoyo. También recuerdo con el cariño, el aprecio de mis compañeros de trabajo que me ayudaron a destapar todo mi potencial como profesor y guía. Siempre pude contar con su apoyo durante todo mi tiempo allí.

Durante ese año, llegué a conocer diferentes lugares en Nicaragua donde Fabretto tiene sus Centros de Educación. Fabretto trabaja muy de cerca con las comunidades locales, y gracias a ellos, siento que realmente llegué a conocer la cultura nicaragüense y entender cómo vive su gente. Como soy muy alto y de piel pálida, mi físico era muy distinto al de los demás, pero aún así, donde quiera que iba, me impresionaba la amabilidad y generosidad de las personas en estas comunidades.

Fue una experiencia invaluable y creo firmemente en el empoderamiento de los jóvenes con educación para aseguar un mejor futuro para Nicaragua. No puedo imaginar el impacto que mi trabajo tendrá en los niños que entrené. Quiero alentar a otras personas a apoyar a los niños y jóvenes nicaragüenses; realmente, ser voluntario de Fabretto es una experiencia maravillosa. Estoy seguro de que regresaré a Nicaragua de nuevo; cuanto más larga sea la estadía, mejor.

 

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