16-3-17  |  Historias de Éxito

Manos talentosas

POR: Beatriz Soto

– ¿Chapas o anillos? Preguntó la profesora.
– ¡¡Chapas!! Contestaron en unísono las alumnas.
– “Es que la otra vez los anillos nos quedaron chuecos”, replicaron varias.

Así inician las clases de bisutería con la profesora Sofía Esperanza Salgado, del centro de Fabretto, ubicado en Acahualinca, uno de los barrios con los más altos índices de pobreza de Managua.

“Las clases son sólo una vez a la semana, duran 2 horas y las mujeres se emocionan y no se quieren ir, quieren seguir aprendiendo”, explica Sofía, mientras enrosca el delgado alambrito, con la tenaza, para enseñarle a una alumna.

Sofía también fue estudiante de bisutería del Centro de Fabretto en Acahualinca, desde los 18 años. Poco a poco, fue destacándose entre sus compañeros, pues tenía el deseo de crear diseños nuevos, probar con técnicas diferentes y diseñar piezas un poco más complejas. Es por esta razón, que en menos de un año, ella se convierte en ayudante de la profesora y luego pasó a formar parte de la Cooperativa de bisutería, encargada de comercializar las piezas elaboradas.

“Yo llegué a Fabretto a prestar una computadora, para una tarea del colegio, pero mientras esperaba, Deanna, la fundadora del centro, me preguntó si quería unirme a las clases. Ella descubrió mi talento”. Desde entonces, Sofía supo que la bisutería sería la columna vertebral de su vida. Pasó las clases de secundaria para los días sábados y en la semana trabajaba facilitando clases, para ayudar a su mamá y sus cinco hermanos, quienes, en aquel momento, vivían en La Chureca, el botadero municipal de Managua, en condiciones muy precarias.

Ahora Sofía, a sus 27 años está casada y es madre de un niño de 20 meses. Mientras ella da clases de bisutería en el centro de Fabretto, su esposo se encarga del cuido de su bebé. Él la apoya en sus decisiones y crecimiento profesional. Dejó la cooperativa, ya que, como ella afirma “Mi talento es enseñar”, aunque si le hacen algunos pedidos de prendas, ella se encarga de trabajarlas. La vida en el botadero de basura, recogiendo aluminio, ha quedado atrás y ahora se visualiza como una joven emprendedora que desea continuar estudiando en la universidad.

“Ser parte de Fabretto ha cambiado mi forma de sentir y de pensar. Ahora contribuyo a mi comunidad, para que otros jóvenes tengan su propio negocio y comercialicen lo que hacen”, afirma con orgullo, pues Sofía hoy en día, también da clases fuera del centro de Acahualinca  a otras mujeres madres de familia de pre- escolares y escuelas cercanas.

Bisutería, mujeres creativas, es el nombre de la página que Sofía ha creado en Facebook para dar a conocer su trabajo. Ahí, presenta las diferentes piezas que ella y sus alumnos han desarrollado y también atiende pedidos.

“Antes se creía que la bisutería, sólo era cosas de mujeres, pero yo he aprendido que no es así. Hay muchos hombres talentosos y perfeccionistas. Ojalá mi hijo aprenda de mí”, dice sonriente. Mientras tanto, la clase ha llegado a su fin. Algunas alumnas, se ponen las chapitas que han creado para modelarlas a sus familias, otras la guardan para algún regalito. “Así se empieza”, concluye Sofía.

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