14-2-19  |  Testimonios

Nuestra boda por una buena causa

POR: Eliza Brennan & Bryan Goldfinger

Este Día de San Valentín, queremos compartir la historia de Eliza y Bryan, la cual nos enseña el verdadero significado del amor; un amor que todo lo da, que todo lo comparte, solo con el objetivo de hacer sonreír a quién más lo necesita. 

Conoce a Eliza

Como hija de un diplomático estadounidense, fui criada en cinco países distintos de Latinoamérica, y fue el trabajo de mi padre el que me llevó a Nicaragua por primera vez en 2004. En ese entonces, yo cursaba primer año en la universidad de Georgetown y estaba ansiosa por estudiar desarrollo internacional en un contexto real, como lo era Nicaragua. Afortunadamente, durante mis primeras vacaciones de verano en el nuevo hogar de mi familia en Managua, me presentaron al Kevin Marinacci, Director Ejecutivo de Fundación Fabretto, y también un exalumno de Georgetown que había dedicado su vida al servicio, continuando con el legado del Padre Fabretto. Su historia me inspiró mucho, y al estilo clásico de Kevin, inmediatamente me invitó a unirme a un viaje de voluntariado a San José de Cusmapa, junto al grupo de estudiantes de Old Saint Pat’s. Acepté y durante el viaje, de alguna manera, me “ascendieron” a “líder” del grupo de voluntarios, debido a que Kevin tuvo que regresar inesperadamente a Managua. ¡El resto ya es historia! Durante esa semana en Cusmapa, lugar prístino, rústico y ciertamente desafiante, me enamoré de los variados paisajes de Nicaragua y del cálido pueblo nicaragüense. Durante los siguientes veranos, continué colaborando como co-líder de los grupos de voluntarios que viajaban de Estados Unidos a Nicaragua, y durante el año escolar, al regresar a Estados Unidos, realizaba pasantías en la oficina de Fabretto en Washington, DC.  Así continué colaborando los siguientes cuatro años, ¡hasta que logré convencer a Kevin de que me contrataran tiempo completo! Desde febrero 2010, hasta agosto 2013, me desempeñé como Oficial de Recaudación de Fondos y Coordinadora de Voluntarios en la oficina de Fabretto en Managua, Nicaragua. Conocí a cientos de colaboradores de Fabretto increíbles, maestros, padres de familia, voluntarios y donantes de Fabretto y me enamoré (en Nicaragua) por segunda vez.

Conoce a Bryan

Nací y me crié en San Diego, California, que comparte una frontera con México, donde siempre estuve rodeado de la cultura mexicana y tuve la oportunidad de hacer muchas amistades binacionales. Mi madre es una intérprete de español y se aseguró de que mi hermana y yo aprendiéramos el idioma desde una temprana edad; aunque no fue hasta que me di cuenta de lo buenas que son las olas en Centroamérica que aproveché la oportunidad para pasar un tiempo en la región. Por un año, participé de un programa de estudios en Costa Rica. Ese mismo año, visité Nicaragua por primera vez yluego en un viaje de mochilero/surf, justo después de graduarme con una Licenciatura en Administración de Empresas de la Universidad Politécnica de California (Cal-Poly). Después de un par de años trabajando como auditor en California, me sentía desgastado; dejé mi trabajo agotador y fui aceptado en el programa de becas de micro financiamiento de Kiva en 2009. Como miembro de Kiva, pasé 3 meses apoyando a propietarios de pequeñas empresas en Perú y luego, por un capricho, acepté una segunda beca en Nicaragua. Mi compañero de habitación de Kiva y yo, pasamos la mayoría de los fines de semana escapando de la “peligrosa” ciudad de Managua para surfear las olas cálidas en las playas casi vacías cerca de San Juan del Sur. Al terminar nuestra beca, nos sorprendimos al descubrir todo un nuevo grupo de expatriados en Managua con historias muy interesantes, quienes rápidamente nos acogieron. Un amigo mutuo de Costa Rica me presentó a Caitlin, la compañera de habitación de Eliza en ese momento, quien había organizado una salida en grupo en el famoso barco Topo Chiva en la Laguna de Apoyo.

“Nuestra historia” (escrita por Eliza)

El lugar de reunión para la excursión a la Laguna de Apoyo fue en GHOP (George’s House of Pancakes) en Managua. Recuerdo que Bryan y su compañero de habitación se acercaron y se presentaron. Me sorprendió su estilo surfista, desaliñado por excelencia, que sin duda se destacaba mucho en Managua. A pesar de su sentido de la moda, me atrajeron sus ojos sonrientes y su actitud relajada. (Bryan me asegura que él también se fijó en mi de inmediato… pero no estoy segura porque éramos un grupo muy grande de 30 amigos intrépidos). Una vez que salimos en el bote, la conversación fluyó naturalmente y rápidamente nos sentimos como viejos amigos, saliendo casi a diario con amigos mutuos y mis compañeros de Fabretto, como: Bridget, Mallory y Elena.

A las pocas semanas de la reunión, se suponía que Bryan regresaría a California para buscar trabajo, pero cuando me preguntó si podía dejar su tabla de surf en nuestra casa, tuve la sensación que volvería a Nicaragua pronto; pero me sorprendió cuando al poco tiempo regresó a buscar empleo en Nicaragua. Después de unos cuatro meses de cenas con nuestros compañeros de habitación, viajes largos en autobús a ciudades remotas “surferas” e incluso un viaje para visitar a mi familia en Costa Rica, nadie se sorprendió cuando nuestra amistad se convirtió en romance en agosto de 2010. Bryan realmente atribuye el éxito de nuestra relación a Kevin Marinacci y Peter Schaller, mis ex jefes en Fabretto, quienes le ayudaron a conseguir un trabajo en BuildOn, una organización que trabaja en alianza con Fabretto para construir escuelas en las áreas rurales de Nicaragua. Su nuevo trabajo nos mantuvo a ambos en Nicaragua por un par de años más y por esa razón estaremos siempre agradecidos con Kevin y Peter.

Después de un corto período de relación a larga distancia, mientras yo terminaba mi posgrado, nos mudamos a San Diego, California, en 2015 y en septiembre de 2017, Bryan me propuso matrimonio. La reacción de casi todos los que nos conocen fue: “¡Ya era hora!”

La boda

Foto cortesía de Samba to the Sea

A los pocos minutos de estar comprometidos, alguien nos preguntó dónde nos casaríamos y sin dudarlo, ambos dijimos “¡una playa en Nicaragua!”. Estábamos más que entusiasmados de llevar a todos nuestros seres queridos a este lugar especial en el mundo, y para diciembre de 2017 teníamos todo listo para casarnos en el restaurante de nuestra amiga Pili en Playa Colorado. Yo soñaba con organizar un viaje de voluntariado en grupo a San José de Cusmapa, para compartir con nuestros amigos e invitados la ese lugar mágico y presentarles el increíble trabajo que hace Fabretto en e beneficio de los niños de Nicaragua.

Sin embargo, nuestros planes cambiarían en julio pasado debido a la crisis que vivía el país y tomamos la decisión desgarradora de cambiar nuestro destino de boda. No queríamos que la percepción de Nicaragua de nuestros amigos y familias, se viera empañada por este período difícil de la historia. Tuvimos mucha suerte de poder trasladar la boda a Costa Rica, otro país que en el pasado fue hogar para los dos y ahora ha abierto sus puertas a tantos refugiados nicaragüenses. En noviembre, Bryan y yo hicimos nuestros votos frente a más de 190 amigos y familiares en Playa Conchal, Costa Rica, a solo unos kilómetros al sur de Nicaragua. ¡Realmente fue el mejor día de nuestras vidas!

Foto cortesía de Samba to the Sea

En el transcurso de la planificación de nuestra boda, decidimos no establecer un registro de regalos;  estamos agradecidos y satisfechos con nuestras posesiones mundanas, y realmente nunca nos ha faltado nada. Sin embargo, siempre hemos sentido una gran pasión por contribuir a las causas que nos importan, como Fabretto. Por esa razón, como una manera de devolverle a un país que forma una parte tan importante de nuestra historia, decidimos darle a nuestros invitados de boda la opción de donar a Fabretto en lugar de darnos regalos. Nos sentimos honrados al ver que la mayoría de nuestros invitados hayan optado por hacerlo, y de que hayamos podido compartir nuestra boda con Fabretto durante este difícil momento para Nicaragua. Además, como muestra de nuestro aprecio y recuerdo de nuestra boda, decidimos regalarle a todos los que donaron, un adorno de pino elaborado a mano por mujeres rurales, quienes son parte de la cooperativa de canastas en Cusmapa.

Nicaragua nos unió a Bryan y a mí, y el pueblo nicaragüense nos enseñó mucho acerca de la gratitud, la amistad y el amor. Esperamos con muchas ansias poder regresar pronto a ese país tan querido y reencontrarnos con tantos amigos. No podemos esperar para ese primer viaje a Nicaragua como un matrimonio.

Contacta a Fabretto para hacer de tu día especial una celebración humanitaria.

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