11-10-18  |  Alianzas Historias de Éxito Voluntariado

Todo lo que imaginas es real

POR: Beatriz Soto

Katherin junto a su papá el Sr. Guillermo

“Somos una familia grande y Katherin es la cumiche  (la menor) de doce hermanos”, dice don Guillermo, su papá. “Es muy buena alumna y, aunque haya perdido un año por su padecimiento, ella es muy dedicada a sus estudios”, enfatiza con orgullo.

A los doce años de edad Katherin fue diagnosticada con lupus eritematoso.  “En el 2012 entré a Fabretto a primer año – de secundaria- pero ese año me enfermé y no seguí estudiando”.  Sin embargo, en el 2013 regresa para retomar sus clases, después de ganarle la batalla a dicha patología.  “Fue un año muy duro”, recuerda

Desde entonces el ímpetu y entusiasmo por sus clases no se ha detenido. En la actualidad Katherin  ya tiene 16 años y cursa  quinto año, en el centro Domingo Savio de Fundación Fabretto. “Siempre me han gustado las matemáticas  y travesear los celulares, desarmarlos; por eso me metí a los talleres de reparación”, un espacio de aprendizaje que fue impartido por Voluntarios Movistar durante el mes de agosto y septiembre.

“Pensé que se nos iban a burlar en el salón porque yo quería participar. Los varones a veces discriminan a las mujeres y nos hacen sentir menos y muchas veces no quieren que las mujeres hagamos lo mismo que ellos. Pero no me importó y decidí inscribirme y gracias a Dios aprendí”, narra sonriente.

Estos talleres fueron desarrollados en el marco de la alianza entre  Fundación Telefónica Nicaragua y Fundación Fabretto y  pretendían dotar a jóvenes de educación secundaria  de una herramienta más, para su desempeño profesional.

 Estas capacitaciones son sólo una parte de los diferentes procesos de educación técnica y vocacional que desarrolla Fabretto en sus centros. A través de estas iniciativas la Fundación facilita  la empleabilidad y futuras oportunidades de ingresos para sus estudiantes. No obstante, para Katherin, no todas las opciones son viables por su  salud. “Sé que hay educación agropecuaria, pero el sol es criminal para mí” concluye.

Una sonrisa discreta y voz suave,  contrastan con la audacia y dedicación que le estampa  a todo lo que se propone Katherin.  “Quisiera  estudiar medicina, pero es una carrera muy cansada para mí, así que mejor estudiaré Administración Turística y Hotelera”, planifica. Pero además Katherin quisiera tener un puesto de reparación de equipos de celulares,  que le permitiera tener algunos ingresos adicionales.

“Yo estoy bien, pero debo continuar con mi tratamiento siempre. Antes recibía chequeos cada quince días, pero me trasladaron de hospital y ahora  son una vez al año”.  Sin embargo ella trata de tomar a diario sus medicamentos disciplinadamente, pues sabe que con la salud no se juega.  Su familia, principalmente su papá, han sido su mayor soporte siempre. Katherin no pierde la fe que todo sus planes, con esfuerzo y mucha dedicación pronto se harán realidad.

 

 

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