Desde que estaba en secundaria, mi sueño era poder utilizar mis habilidades y los conocimientos adquiridos en la escuela para poder crear un impacto en la vida de alguien. Prometí lograr esto cada vez que llenaba una aplicación para una Universidad. Este verano, he podido cumplir esta promesa a través de mi trabajo en el departamento de Mercadeo y Comunicaciones de la Fundación Padre Fabretto como pasante de la Universidad de Georgetown.

Uno de los aspectos favoritos del trabajo que hago en Fabretto, es ver como una campaña de crowdfunding bien ejecutada, puede hacer que tantas personas alrededor de todo el mundo puedan unirse y apoyar una buena causa. Un ejemplo de esto es el de el equipo de robótica del Centro de Fabretto de Acahualinca. Ellos fueron invitados a participar en una competencia internacional en Washington, D.C. Sin embargo, el equipo no tenía los fondos llegar por sí solos. Visité el centro para entrevistar uno de los estudiantes del equipo en un viernes, y escribí un blog sobre la necesidad del equipo durante el fin de semana. El lunes, el blog fue incluido en un “email blast” y destacado en los redes sociales. ¡Llegamos a recaudar el dinero que el equipo necesitaba para llegar a la competencia en menos de 24 horas! La experiencia de hablar con una beneficiaria de Fabretto en persona, y ver el impacto tangible e inmediato de mi trabajo fue increíblemente gratificante.

La pasantía de Fabretto también me permitió conocer a personas de diferentes partes del mundo. Viviendo en la casa de voluntarios de Fabretto, conocí a una chica de España, una chica de Francia, y una chica y un chico de Alemania. Reímos mucho mientras cocinamos, batallamos contra los insectos, y cada uno compartió cosas de su cultura y lenguaje. También tuve la increíble suerte de conocer a Sylvia, graduada de la Universidad de Georgetown y nativa de Managua que también está trabajando como voluntaria en Fabretto este verano. Sylvia ha sido bien acogedora desde mis primeros días en Nicaragua; me llevó a conocer los lugares más extraordinarios de su país, no solo como una guía, sino como una verdadera amiga. Me ha hecho sentirme en casa.

Con Sylvia, comí mi primer quesillo, mi primer plato de gallo pinto con crema, güirilas, y rosquillas. Ella me llevó a visitar el Volcán Masaya, y viajó conmigo a León. El Volcán Masaya fue realmente impresionante de noche – el resplandor brillante de la lava era visible a través de los gases volcánicos. León es una ciudad hermosa y fácil de caminar dentro de la ciudad; la hermosa catedral de León es la más grande en Centroamérica. En León, también logré visitar la casa de otro amigo Nicaragüense, diseñada con preciosos jardines internos, algo muy tradicional en las casas Nicaragüenses.

Sylvia y yo también visitamos Cusmapa, un pueblo rural entre las montañas ubicado en el norte de Nicaragua. En Cusmapa fue fundada el segundo Centro de Fabretto. Disfrute un asombroso amanecer en la cima de un mirador en las montañas. Visitamos el Centro de Fabretto por la mañana, aunque llegamos muy de mañana fue lindo ver a tantos niños sonriendo.  Igual que cuando visité el Centro Fabretto de Acahualinca, me sentí muy feliz de ver a tantos niños  beneficiarios de Fabretto realmente felices de poder estar esa mañana en la escuela.

Estoy escribiendo este blog hoy desde la isla de Ometepe, ubicado en el centro del Lago de Nicaragua. Cada vista en esta isla es pintoresco. Hay dos volcanes que se pueden escalar, y una línea costera de arena negra increible, en donde se puede caminar tranquilamente, o montar en caballo como lo hice esta mañana! Estas tres semanas de pasantía en Nicaragua, llevarán un lugar especial en mi corazón. Me emociona pensar en las dos semanas de trabajo que me quedan, quisiera poder alargarlas un poco más. Pero sobre todo, estoy agradecida con la oportunidad que Fabretto me ha dado de vivir un sueño que he querido cumplir por tantos años, de vivir cosas que nunca pensé fueran posible.