14-8-17  |  Voluntariado

Mi labor como voluntaria sólo acaba de empezar

POR: Blanca Aldecoa

 

Hace cinco semanas que llegué a Nicaragua, es mi cuarta vez aquí, pero este último viaje ha sido muy diferente al resto. He podido empaparme de lleno de la cultura del país, viajar y conocer mejor a su gente. Sin duda, parte de la experiencia que he vivido ha sido gracias al voluntariado y la oportunidad de conocer varios centros de Fundación Fabretto.

De cada uno de los lugares que he visitado me llevo un gran recuerdo. En este blog sólo caben algunas de las experiencias que más marcaron mi viaje, pero lo que me llevo de vuelta a España me serviría para escribir un libro.

En mi primer día de voluntariado tuve la suerte de poder estar en el Centro de Fabretto en San Isidro de Bolas, una comunidad semirural a las afueras de Managua. A este centro llegan adolescentes de escasos recursos para estudiar el programa de Secundaria Rural SAT, donde aprenden tecnología agropecuaria y servicio comunitario. De esta experiencia me llevo las ganas que tienen estos jóvenes en hacer realidad sus proyectos de emprendimiento para mejorar la economía de sus familias y el futuro de la comunidad. Su visión emprendedora fue de lo que más me sorprendió, algo impensable en chicos de esa edad en España. Todavía recuerdo la ilusión con la que me explicaban el proceso de elaboración de los productos y todas las dudas que les surgieron en el momento en que les dije que había estudiado Administración de Empresas. ¡No daba a basto para contestar y aconsejarles en todo lo que pudiera!

La semana siguiente, se unió mi amiga Jimena. Esta vez, nos tocó conocer otro Centro Educativo de Fabretto, ubicado en el barrio de Acahualinca, una de las zonas más vulnerables de la capital. Fue una semana inolvidable, estuvimos realizando talleres de manualidades durante un curso de vacaciones impartido por Fabretto. Desde el momento en el que empezaron a llegar los niños se podía ver que cada uno tenía algo especial, con que les prestaras un poco de atención, ya te estaban abrazando y llamándote por tu nombre. Me sorprendió mucho el cariño que puedes recibir en tan poco tiempo. Siempre recordaré el momento de la despedida en el que sólo nos preguntaban cuando íbamos a regresar.

 


Mi amiga Jimena (derecha) y yo en el Centro de Fabretto en Acahualinca

En mi tercera semana, visitamos dos Centros Educativos más de Fabretto, incluyendo la biblioteca en San Juan de Oriente, donde pudimos descubrir la cuna de la artesanía nicaragüense y la preciosidad del paisaje que la rodea. Fuimos testigo del gran trabajo que realizan las maestras inculcando la lectura en los más pequeños. Además, nos sirvieron de gran apoyo mientras hacíamos un taller de pulseras de hilo. En el Centro Educativo ubicado en Granada, tuve la suerte de poder dar apoyo a los profesores en las clases de matemáticas e inglés, realizando juegos didácticos para aprender de una manera divertida. Me sorprendió la variedad de cursos y talleres que ofrecen a cientos de niños y jóvenes de escasos recursos, y cómo éstos les pueden cambiar la vida.

 


Biblioteca de Fabretto en San Juan de Oriente

La experiencia que jamás olvidaré y que más me impactó fue mi visita a las comunidades rurales del norte, en el municipio de Cusmapa, una de las zonas del país más golpeadas por la pobreza. Me encargaron la misión de realizar un vídeo a tres estudiantes del programa SAT, financiado por Manos Unidas. Adentrarme en las comunidades más remotas, en las que sólo podíamos acceder caminando y conocer la vida de los estudiantes y sus familias, me hizo ser testigo de las condiciones tan limitadas en las que viven. Lo mejor que me llevo son sus ganas por aprender, su compromiso por contribuir a la mejora de su comunidad y sobre todo, su hospitalidad y agradecimiento constante.

 

Durante la visita a las comunidades de Cusmapa

Puedo decir que ha sido la mejor experiencia de mi vida y que me llevo una maleta llena de recuerdos y de bonitas experiencias que jamás olvidaré. Cada una de las personas con las que me he encontrado en mi camino nicaragüense han sido increíbles y no tardaré en regresar, porque mi labor como voluntaria en Fabretto sólo acaba de empezar.

 

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