Son las cuatro de la mañana y Jicssell y su familia están listos para un nuevo día. Su mamá, papá y dos hermanitos trabajan juntos en la finca familiar, un pequeño terreno donde han dejado sudor y mucho esfuerzo, pero también donde Jicssell ha encontrado su pasión: la agricultura.
La familia de cinco vive en “Las Uvas”, un pequeño municipio cerca de Honduras que no contaba con electricidad hasta hace tres años. Como la mayoría de las familias de la comunidad, los padres de Jicssell siembran maíz y frijoles, una parte para su consumo y el resto para vender si tienen suerte.
Aunque la pobreza ha estado presente en gran parte de sus vidas, Don Jairo y su esposa, Kenia, creen en el poder de la educación. Ambos han enseñado a sus hijos cómo trabajar la tierra y los han animado a seguir estudiando y perseguir sus sueños sin importar nada.
Para Jicssell, no había otra opción que seguir ayudando a sus padres con la finca luego de terminar su educación secundaria a distancia en la única escuela del municipio. Debido a la falta de información y recursos, no consideró la educación superior como una opción; hasta que conoció a Fabretto y el programa SATec, que ofrece educación técnica respaldada por el Instituto Técnico Nacional de Nicaragua. De repente se encontró en un mar de posibilidades y en 2021 se matriculó en el primer curso de Fabretto MIPA, o manejo integral de producción agrícola. Desde entonces, ha terminado dos cursos y está esperando que se abra el próximo.
El programa de Fabretto le ha ayudado a ella y a toda su familia a tener su mejor año hasta ahora. Después de tantos años sembrando maíz y frijoles y soportando muchas dificultades, ahora han diversificado los cultivos y multiplicado sus ganancias con la ayuda de Fabretto y el conocimiento que Jicssell está poniendo en práctica en la finca familiar. Y ahora está segura que quire convertirse en ingeniera agrónoma.
