Este artículo recoge la ilusión, el esfuerzo y la esperanza de un joven de una comunidad perdida de Nicaragua, por alcanzar sus sueños. Gracias a la educación y su perseverancia, Martín está cada día más cerca de alcanzarlos.

Martín es un tímido joven de 16 años que estudia segundo año de secundaria en el pueblo de San José de Cusmapa. Participa en los programas de Educación Vocacional de Fabretto y es beneficiario del almuerzo escolar que se sirve a diario en el Centro.

Hace más de 6 años, Mike Zelek, un voluntario de Fabretto, estudiante de medicina visitó la comunidad del Carrizo, enclavada en las montañas del norte de Nicaragua, una comunidad sin luz ni agua corriente. Allí conoció a Martín, un niño callado, extremadamente delgado y con muchas dificultades de lenguaje. La preocupación de Mike por su estado salud, le llevó a realizarle unos exámenes médicos. Los resultados determinaron el estado crítico de desnutrición en el que se encontraba, y además,  le detectaron un tumor en la cabeza.

Fabretto,  con el apoyo incondicional de Mike, no dudó un segundo en trasladar a Martín a Managua, la capital, y cubrir todos los gastos de su hospitalización. Milagrosamente,  salió de la operación y con el tiempo pudo recuperarse. Se integró a los programas de Fabretto, y además, mensualmente recibe un apoyo alimenticio.

De esta situación han pasado varios años, ahora Martín es un estudiante con muchos sueños por cumplir. En su comunidad, la mayoría de sus habitantes no han ido nunca a la escuela y no saben leer ni escribir. Gracias a los programas de Fabretto, las nuevas generaciones tienen la oportunidad de construir un futuro mejor a través del acceso a educación. Sin embargo, las condiciones de las áreas rurales no le permitían estudiar secundaria a diario, así que decidió trasladarse a Cusmapa donde la escuela ofrece clases todos los días.

Martín nos confiesa que sueña con ir a la universidad “Me gustaría estudiar Ingeniería en Sistemas  y además quiero viajar, conocer otros lugares”. “Fabretto me ha dado la oportunidad de cambiar mi futuro”, nos dice con una voz tímida pero segura.

Mayela Ávila, su maestra de lengua y literatura nos cuenta como el ejemplo de Martín es una inspiración para todo el colegio. “A pesar de todas las dificultades que atravesó en su vida, Martín siempre se está esforzando. Todavía tiene problemas con el lenguaje, pero es el primero que quiere salir a exponer los temas delante de sus compañeros. Es admirable”.

El caso de Martín nos demuestra el  impacto que tiene la educación en las comunidades más remotas. Lograr que niños, niñas y jóvenes tengan acceso a una atención de calidad garantiza más oportunidades de futuro y el de las generaciones siguientes.

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