Cuando a Patricia le dijeron que su hijo Peter sería apadrinado, su corazón se hinchó de alegría. El pequeño de 4 años en ese entonces, recién había ingresado al centro de Fabretto en San Juan de Oriente.

“Cuando le expresé a mi esposo que nuestro pequeño sería apadrinado, nos pusimos felices. Porque sabemos que alguien de otro lugar que no lo conoce, ama a mi hijo y se interesa por mi hijo como su papá y yo lo hacemos”, comparte Patricia.

Patricia es originaria de San Juan de Oriente, además de ser ama de casa, se dedica a crear y comercializar artesanía de barro. En 2020, Patricia asumió el rol de maestra cuando iniciaron las clases a distancia debido a la pandemia. Para Peter y otros niños no fue fácil acostumbrarse a esta nueva modalidad. Aún así, el amor de su mamá, su madrina y el seguimiento de las maestras, fueron la mayor motivación para dar lo mejor de sí en cada clase.

Actualmente, Peter tiene 7 años y a pesar de que no la conoce personalmente, disfruta mantener una comunicación con su madrina por medio de cartas. Patricia recuerda que cuando Peter recibió la primera carta de Angela, su madrina, la familia estaba pasando por un momento difícil. Esa carta fue para ellos un consuelo cuando más lo necesitaban.

Además de contar con una madrina, Peter se beneficia de una educación de calidad y un espacio donde ha desarrollado valores como la responsabilidad y la puntualidad. Patricia agradece el amor con el que las maestras tratan a los niños. Ella ve en Fabretto el perfecto aliado para que el pequeño Peter esté siempre motivado y pueda tener un futuro brillante.