En los últimos años he tenido el placer de compartir, en tres ocasiones, mi vida con los “chavalos” y profesores de Fundación Fabretto, en la ciudad de Estelí, al noroeste de Nicaragua.

Para conseguir fondos, suelo compartir con amigos lo que llamo “comidas solidarias”. Este año he realizado dos cocidos madrileños, habiendo recaudado alrededor de 500 euros. Siendo importante toda ayuda económica, por pequeña que sea, hay otros factores que, a mi juicio, están más cerca del corazón: en primer lugar, sensibilizar a nuestros entornos de las grandes dificultades que atraviesan los niños nicaragüenses, principales afectados de la crisis que padece mi querida Nicaragua. También, muy importante, es resaltar a los profesores que, con dedicación y mucho cariño, mantienen los valores de Fabretto. Podría enumerar más méritos, pero quizás lo mejor sería poder transmitir conceptos tan importantes, a veces olvidados y otras veces censurados, como la libertad, la solidaridad y la justicia.

Por último, deberíamos ser conscientes del privilegio de vivir en este querido país, España, siempre mejorable, así como nuestro deber de colaborar con otros pueblos que, por avatares de la historia, les queda un largo recorrido para mejorar en necesidades básicas como la alimentación, la educación y la salud.

Siempre estaré agradecido por las experiencias vividas en Nicaragua y a Fabretto, por su aportación positiva en mi forma de vivir.